En el mundo moderno,
los medios de comunicación deciden quienes son los líderes políticos de la
sociedad. Eso significa que deciden también lo contrario, es decir, quienes no.
Esta es una de las causas del inmenso poder de los medios de comunicación.
Como la democracia
se sustenta en un principio básico, que es el de la rotación de las élites y esta, a su
vez, se realiza mediante elecciones, el poder de los medios de comunicación es
total, ya que toda la población, niños y adultos, está influida por sus mensajes.
Los medios abren
sus puertas a quienes quieren favorecer y las cierran a quienes no desean
ayudar. La consecuencia es que los primeros se convierten en personas conocidas
por el resto de la sociedad mientras que los segundos permanecen en el
anonimato.
En el mundo
moderno no existe, pues, igualdad de oportunidades para la participación en la
política. Antes del gran desarrollo alcanzado por los medios de comunicación a
partir de la segunda mitad del siglo XX, los dirigentes políticos competían en
circunstancias más o menos iguales, pero el desarrollo de los medios de
comunicación ha cambiado los términos de la participación en la política a
favor de aquellos que gozan del apoyo de los medios.
En la realidad
política de hoy, los medios son los grandes electores, porque ellos imponen a
quienes quieren y fabrican líderes de la nada. Por ejemplo, si un canal de
televisión con suficiente cobertura en su país quiere que usted sea candidato a
cualquier cargo desde presidente, senador, gobernador o alcalde, le basta sólo con iniciar una campaña para
presentarlo a usted a las diferentes horas del día por un tiempo determinado.
Al concluir ese tiempo seguramente usted será candidato.
Las cualidades
de las personas tienen poco que ver en la política moderna, porque los medios llenan
todos los vacíos y presentan a quienes quieren como la persona ideal. El problema
se presenta cuando el medio desaparece del mercado o cuando cambia su política
respecto a la persona. En ese caso el líder poco a poco también va
desapareciendo porque al no contar con la ayuda del medio y al no tener un
liderazgo propio, basado en sus propios méritos, se trata de una figura débil
sin sustento verdadero en la realidad. Esto ocurre en muchos países, especialmente
en los países en desarrollo.
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