La
moneda venezolana, el bolívar fuerte, tiene una devaluación acumulada que llega
hoy en día, octubre del año 2013, al
millón por ciento y ello impide la recuperación de su capacidad de compra. En
efecto, para el año 1983 1 dólar representaba
4,30 bolívares pero ahora ese mismo dólar representa una cantidad que legalmente
no se puede decir en Venezuela pero que en términos porcentuales significa un
aumento del millón por ciento aproximadamente en el mercado que tampoco se
puede nombrar en Venezuela.
En
el año 2008 Venezuela hizo una reforma monetaria para quitarle tres ceros a la
moneda. Pero ello no modificó la realidad de los precios. La medida se adoptó
para intentar controlar la inflación y, además, para simplificar las
operaciones con la moneda, especialmente las cuentas nacionales, ya que las
cifras de presupuestos y otras cantidades de recursos públicos cada día se
hacían más difíciles de manejar debido al crecimiento de la inflación. Lo
cierto es que 1 bolívar fuerte de hoy equivale en realidad a 1000 bolívares del
año 2008 antes de restarle los ceros. En consecuencia, 6,30 bolívares de hoy,
que es la cotización oficial del dólar significan realmente 6.300 bolívares de
los viejos. El precio de una manzana hoy es de 50 bolívares, pero en la
realidad eso significa que una manzana cuesta 50.000 bolívares de los viejos,
hecho que pone en evidencia hasta dónde ha llegado la devaluación de la moneda.
Por esa razón a Venezuela no le quedan sino dos alternativas si quiere
recuperar el poder de compra de la moneda, abatir la inflación, acabar con la
escasez y estabilizar los precios: a) dolarizar la economía o b) crear una
nueva moneda atada al dólar. Esas fueron las fórmulas que emplearon los países
de América Latina para superar su crisis económica e hiperinflación en los años
80 y 90 y es el camino que debería
seguir Venezuela en la actualidad.
Si
bien la economía hasta ahora no ha entrado en un proceso de hiperinflación, el
nivel de devaluación de la moneda es de tal magnitud que no deja otras opciones
sino las expresadas en el párrafo anterior.
La
dolarización formal, o sea, la adopción del dólar como única moneda de curso
legal no es lo más conveniente, pero se puede encontrar una solución mixta:
a) La
creación de una nueva moneda, que he llamado el bolívar oro, con valor 1 a
1, a la par del dólar, de valor fijo y cambio libre en el mercado y respaldada 1 a 1
por dólares, oro y las reservas petroleras de Venezuela y
b) La
dolarización informal, es decir, permitir el libre uso del dólar en todas las
transacciones de la economía.
Lo más difícil es determinar a
cuanto por dólar o bolívar oro se debería convertir la masa monetaria existente
hoy. Por ejemplo, en el año 2000, el Presidente Jamil Mawad, de Ecuador, en una
situación similar, aceptó la cotización del mercado que era entonces de 25 mil
sucres por dólar. En Venezuela no se podría hacer algo así porque sería un
caos. Habría, pues, que establecer una paridad justa e inmediatamente articular
la nueva estructura de costos, precios y salarios de la economía en base a la
nueva moneda el bolívar oro y el dólar.
El
esquema de circulación conjunta de la moneda nacional y el dólar se aplicó en
Argentina en tiempos de la Convertibilidad, en El Salvador a partir del año
2001 y se aplica en Nicaragua y Perú. En Ecuador la situación es diferente
porque ese país adoptó el dólar como única moneda de curso legal a partir de
enero del año 2000 y lo ha mantenido hasta el presente. En Panamá la moneda
oficial es el Balboa pero todas las transacciones se hacen en dólares, porque
el Balboa existe sólo en moneda fraccionaria. Como puede apreciarse, varias
naciones de América Latina, con recursos menores a los de Venezuela, emplean
indistintamente sus monedas nacionales y el dólar en sus economías.
Dejo
constancia que conozco la Ley de Gresham y sé lo que implica la circulación de
dos monedas de diferente valor, pero este no sería el caso de Venezuela,
porque, como ya se dijo, el bolívar oro se cotizaría a la par del dólar y con
su misma fortaleza porque estaría respaldado 1 a 1 por dólares, oro y las reservas petroleras
venezolanas.
Mantener
la libertad de cambio de la moneda tiene sus riesgos. Uno es la llegada de
capitales especulativos que en cualquier momento pueden emigrar creando una
crisis en la balanza de pagos, pero para evitar esas situaciones están las
autoridades monetarias y financieras que pueden adoptar previsiones en la
materia. Una de esas medidas es mantener un nivel suficientemente alto de
reservas en divisas y oro, cosa que sería posible en Venezuela por ser un país
petrolero con ingresos permanentes y crecientes de divisas, si se usan esas
divisas debidamente, cobrando efectivamente el petróleo y si se atesora el oro
de Guayana.
La
otra medida es ejercer un control sobre las importaciones para proteger tanto
la cuenta corriente como la cuenta de capital de la balanza de pagos. La falta
de control en esa materia fue lo que contribuyó a acentuar la crisis de
Argentina en los 80 y 90, golpeando a la agricultura e industria de ese país,
provocando la hiperinflación y el desempleo. Por eso, es muy importante conocer
las experiencias de otros países.
La
otra decisión fundamental para el logro del proceso de recuperación económica
de Venezuela es detener el endeudamiento y hacer todo lo posible por pagar la
deuda externa existente, porque la deuda si es un factor desestabilizador de la
economía de los países.
Adoptando
el conjunto de medidas antes anunciadas, Venezuela acabaría con la causa
fundamental de la inflación y la escasez y emprendería el camino hacia el
progreso, pero ello requiere del diseño y puesta en práctica de una nueva y
diferente política económica.
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