En los últimos meses del año 2013 los
precios del petróleo experimentaron fluctuaciones hacia la baja.
En los últimos dos años surgió en el
panorama energético una nueva tecnología, el fracking, que según los organismos
internacionales permitiría a Estados Unidos y otros países elevar su producción
de crudo y gas. Incluso, se ha llegado a anunciar que, a mediano plazo, Estados
Unidos se convertirá en el primer exportador de petróleo del mundo. Si esa
hipótesis llegase a convertirse en realidad y la Opep no toma las medidas de
recorte de producción apropiadas, el panorama petrolero mundial podría cambiar.
En el escenario antes descrito, el primer
efecto de la tecnología se sentiría sobre los precios que, obviamente,
tenderían a reducirse. Si esto llegase a ocurrir, las naciones petroleras que
dependen de ese ingreso para financiar sus economías sufrirán un duro golpe. No
todos los países productores de petróleo se verían afectados en grados
extremos. Países como Noruega y algunas naciones árabes han creado fondos
soberanos con los recursos que han obtenido del petróleo hasta ahora y han
realizado inversiones internacionales que les garantizan un flujo importante de
ingresos. Otros países, como Venezuela, no han tenido la misma vision y son
altamente dependientes de los precios; para esos países la situación a futuro
es de gran incertidumbre.
Estados Unidos recurrió a la nueva
tecnología, el fracking, porque estaba agotando aceleradamente sus escasas
reservas de petróleo convencional; no tenía otra alternativa. Igual ocurre a
México cuyas reservas de petróleo convencional están prácticamente agotadas.
El petróleo es el insumo más importante de
la economía mundial. Por esa razón no es de extrañar que se puedan hacer
predicciones ultra optimistas sobre su comportamiento. Esas predicciones tienen
impacto directo sobre los precios. Hace sólo pocos años comenzó una campaña
mundial en la que se destacaba el gran potencial petrolero del Mar Caspio. Tal
potencial de producción nunca se convirtió en realidad. Lo que buscaban los autores
de la campaña era bajar los precios del petróleo. Es algo normal que cada
cierto tiempo se anuncie el descubrimiento de nuevos yacimientos, pero
generalmente esas informaciones después no se pueden comprobar en forma
efectiva en la realidad. En el caso del fracking, habría que esperar su
evolución para ver si realmente se cumplirán las expectativas que se han creado
hasta ahora.
La realidad del mercado petrolero mundial es
que el petróleo convencional se está agotando aceleradamente (1); eso lo saben
las grandes compañías internacionales y los gobiernos. Por eso es que
desesperadamente buscan nuevas alternativas energéticas. El objetivo es
liberarse lo máximo posible de la OPEP.
El reto de la Opep es mantener los precios
del petróleo sobre los 100 dólares. Para lograr ese propósito deberá adoptar
medidas en el campo de la producción. La incorporación de la producción de Irán
al mercado no debería alterar los precios. Si todos los miembros se ponen de
acuerdo en un nivel de producción determinado los precios podrán mantenerse. La
producción de shale gas de Estados Unidos tampoco sería suficiente para afectar
los precios de una manera significativa si los países de la Opep actúan
concertadamente y reducen la producción, porque el mundo necesita el petróleo
de la Opep.
(1) Pablo Rafael Gonzalez. Running
Out: How Global Shortages Change the Economic Paradigm. Algora Publishing,
New York, 2008.
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