La Administración de
Energía de Estados Unidos, EIA, confirmó el 3 de junio 2014 que el Reino Unido
se convirtió en importador neto de petróleo en el año 2012. Esto significa
simplemente que las reservas petroleras del Mar del Norte ya están llegando a
su fin.
Si no hubiese surgido
el fracking como alternativa energética, el reconocimiento oficial del
agotamiento de las reservas del Mar del Norte hubiese creado un caos de precios
llevándolos a niveles impensables.
En la historia de las
últimas décadas ocurrió un hecho parecido. Fue en 1974 como consecuencia del
embargo petrolero árabe contra los países occidentales, lo cual multiplicó casi
por 6 los precios del petróleo, llevándolos a 10,70 dólares. Para 1970 el
precio era de 1,70 dólares. Luego, en
1980, el precio llegó a alcanzar los 40 dólares, es decir, más de tres
veces la ya elevada cantidad de 10,70 dólares de 1974. Si actualmente ocurriera
una situación similar y los precios del petróleo se multiplicaran por tres, el precio final se ubicaría por encima
de 400 dólares. Si ello llegase a ocurrir, se generaría un colapso de la
economía mundial, porque el petróleo incide en el precio de la mayoría de las
mercancías que se comercian en el mundo.
Nadie puede saber con
precisión el futuro, pero la historia es una fuente de conocimiento innegable.
Si ocurrió en el pasado puede ocurrir de nuevo en el presente o en el futuro.
Al ritmo de su
producción para el año 2005, las reservas petroleras convencionales de Estados
Unidos alcanzaban sólo hasta el año 2016. Por esa razón, Estados Unidos inventó
el fracking, con el propósito de prolongar en el tiempo su capacidad de
producción y reducir su dependencia del petróleo extranjero.
¿Cuál es la capacidad
real de producción y reservas del fracking?
Esa es la pregunta
clave que, sin embargo, no tiene una respuesta totalmente clara. El petróleo es
la sangre de la economía mundial, el producto estratégico más importante y por
ello no existe absoluta transparencia respecto al comportamiento de la
producción y reservas en la realidad. Por ejemplo, hace algún tiempo la
compañía Shell se vio obligada a reconocer que había sobreestimado sus reservas
de petróleo por razones políticas. Hoy, podría estar ocurriendo algo similar
respecto al fracking.
El 29 de octubre 2008,
publicamos un artículo en este mismo blog con el título de El petróleo del Reino Unido durará 4 años más (1). En dicho artículo se decía lo siguiente:
Cita:
“El Reino Unido será el
primer país occidental donde el petróleo se acabará. Si ese país mantiene el
nivel de producción y reservas que tenía
para el año 2005, el colapso del
petróleo del Reino Unido ocurrirá en cuatro años, es decir, para el año
2012.
Un fenómeno similar ya
ha ocurrido en el mundo. En efecto, el 8 de mayo del 2008, un importante
miembro de la OPEP, Indonesia, anunció su retiro de la organización, debido a
que ya no tenía suficiente petróleo y no podía continuar como exportador.
El petróleo de Noruega
durará siete años más, hasta el 2015; el petróleo de Estados Unidos y México
sólo ocho años más, hasta el 2016 y el de China nueve años más, o sea, hasta el
2017.” Fin de la cita.
Los hechos han demostrado que la previsión hecha en este
blog en el 2008 respecto al Reino Unido se ha cumplido como lo ha confirmado la
EIA (2).
Los Estados Unidos han encontrado una solución temporal con
el fracking.
¿Será suficiente?
¿Qué ocurrirá en Noruega, México y China en el futuro
inmediato?
¿Cómo compensarán esos países la caída de sus reservas de
petróleo convencional?
¿Podrá Brasil desarrollar con éxito sus proyectos de aguas
profundas?
Las perspectivas no lucen fácil; el petróleo convencional se
está acabando en muchas regiones del mundo.
La estabilidad de los precios del petróleo se verá influida
por la veracidad de las cifras sobre el fracking; si el fracking no cumple con
las expectativas, la explosión de los precios va a aparecer necesariamente en
el escenario.
¿Podrá la tecnología sustituir a la Madre Naturaleza?
Algo parecido a lo que ocurre con el petróleo está pasando
respecto al agua. Cada día se revelan las nuevas situaciones de escasez que
están surgiendo en diversas regiones del planeta, incluido los Estados Unidos.
(4)
Running Out: How Global Shortages Change the Economic Paradigm, Algora
Publishing, New York, 2008.
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