La prioridad 1 de las naciones con altos niveles de
pobreza y desigualdad debe ser garantizar salarios y pensiones suficientes para
cubrir el costo de la vida y sistemas de salud pública eficientes al alcance de
todos los ciudadanos.
El nivel de
los salarios y pensiones impacta la economía en su conjunto porque incide
directamente sobre la producción, el consumo y el empleo determinando su
expansión o reducción; mientras que la inversión en salud pública constituye el
más importante complemento de los salarios y pensiones porque constituye un
ingreso indirecto pero esencial para el bienestar general de la población. Esos
son los grandes objetivos explícitos para lograr la expansión de la economía en
las naciones afectadas por la pobreza, la inflación y la desigualdad, pero para
ello es necesario el cumplimiento de una serie de condiciones indispensables; estas
representan los objetivos implícitos que son, en primer lugar, la obtención del
dinero para financiar los salarios, pensiones y salud pública. En el mismo
orden de importancia está la formulación de una estrategia que garantice la estabilidad de la moneda y el
menor impacto inflacionario y/o la aparición de la hiperinflación como
consecuencia del crecimiento de la masa monetaria. Y el desarrollo de políticas
adecuadas, fiscal, financiera y comercial en armonía y coherentes con la
política monetaria para evitar la contradicción entre unas y otras. El impacto
de este conjunto de medidas de la economía financiera debe tener una respuesta
favorable en la economía real, impulsando la producción, el consumo, el ahorro
y el empleo en las sociedades donde se aplique. Como es obvio suponer, todo
ello debe ser parte integrante de un Plan Global Económico y Social.