miércoles, 13 de febrero de 2013

El respeto a la ley de Dios debe ser la base del buen gobierno de las naciones


En el acatamiento de los diez mandamientos de la ley de Dios está la clave del progreso espiritual y material de los pueblos.
Los diez mandamientos fueron dados por  Dios a Moisés (Éxodo 20. 1:17) y son:  1) No tendrás otro Dios más que a mi, 2) No construirás imágenes de Dios, 3) No jurarás su santo nombre en vano, 4) Santificarás las fiestas, 5) Honrarás padre y madre, 6) No matarás, 7) No cometerás adulterio, 8) No robarás,  9) No levantarás falso testimonio, 10) No codiciarás los bienes ajenos.
Cristo y sus apóstoles ratificaron los diez mandamientos (Mateo 19. 18:19) y enseñó la misericordia y el amor al prójimo como valores máximos de los seres humanos. Jesús también dejó una gran enseñanza respecto al comportamiento de los gobernantes de su época y dijo a sus discípulos: “Ustedes saben que los gobernantes de las naciones actúan como dictadores y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el que de ustedes quiera ser grande, que se haga el servidor de ustedes.  Y si alguno quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el esclavo de todos. Hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por una muchedumbre.”  (Mateo 20.  20:28).
Los graves problemas que enfrenta la humanidad se deben al no acatamiento de los principios fundamentales establecidos en la ley de Dios. Esos principios son la base de la moral y de la ética que, a su vez, constituyen el pilar sobre el que deben sustentarse las relaciones políticas, sociales y económicas. Los diez mandamientos, pues, no son sólo una expresión religiosa sino, además, las normas esenciales para el desarrollo y bienestar de los seres humanos.
Las grandes crisis financieras, el hambre de millones de personas y la corrupción en las instituciones públicas y privadas tienen su origen en la violación del mandamiento: no robarás. La delincuencia, en la desobediencia del principio de honra a padre y madre y de fidelidad en la familia. La crisis en la administración de justicia en el desconocimiento del mandamiento que prohíbe el perjurio y el falso testimonio. En síntesis, todos los problemas políticos, económicos y sociales de la humanidad tienen, pues, una explicación en el desconocimiento de los mandamientos de la ley de Dios.
Si los gobernantes y los pueblos respetasen esos principios de la ley de Dios el mundo viviría en bienestar y armonía; las riquezas estarían mejor distribuidas, la naturaleza y el medio ambiente no serían destruidos como ocurre en la actualidad, la guerra y el hambre serían la excepción, los países no sufrirían crisis de desempleo, sub empleo y pobreza como la que actualmente vive buena parte del mundo. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo Pablo. La falta de valores religios y morales nos están llevando por el camino de la violencia, el desequilibrio, el odio y un sin fin de males de los que al final somos víctimas. Podemos poner cada uno nuestro grano de arena y empezar a recuperar el orden y la cordura. Gracias por tu artículo